sábado, 15 de febrero de 2014

work

Querido diario:
Estuve abstraída en la construcción de mi máquina de poleas. Creo que va a ser de mucha utilidad, independientemente de cuándo logre estar lista. Me inspiró mucho Fitzcarraldo. Tiene que mover tantas cosas para poder escuchar la música que quiere. No se trata de sentarse frente a un gramófono y poner un disco y ya. Se trata de los otros también. De invitarle a los otros su música. Al chancho, al que quiere sentar en una butaca roja de un teatro a escuchar ópera. A Molly, que regentea una casa de putas: se trata de hacer pasar la música por allí también.  
Se trata de los indios. De los ríos. De la selva. De un mundo intervenido por su música.
Para eso son necesarios distintos trabajos. Hay que remontar un río en un buque. El buque  tiene que atravesar una montaña.
Están sus ayudantes que no entienden nada de lo que se trata, ni siquiera hablan su misma lengua. Pero se disponen.
No porque lo quieran. No porque quieran lo mismo que él, ni por cerca. 
Pero pueden reconocer en otro el trabajo enorme que lleva crear un ambiente donde sea posible el deseo. 
Y eso es suficiente.

http://www.youtube.com/watch?v=F53yUsgVuL0



2 comentarios:

cip dijo...

La maquinaria del deseo y su polea, maravillosas

claudia huergo dijo...

uy Cipriano qué gusto encontrarlo por estas galerías! Va un abrazo.