lunes, 20 de enero de 2014

son las diez y no ha refrescado nada



Son las diez y no ha refrescado nada

Vengo desde las tres o las cuatro
Diciendo
Cuando refresque un poco me pongo a escribir
Pero ya son las 10 y no ha refrescado nada.
Me hago un licuado de frutas bien pulsudo
Con mucho hielo
Le pongo un poquito de ron
Y así me parece que engaño al calor
Algo escribo
Transpiro
Y no es el esfuerzo literario
Es calor
Me meto por enésima vez a la pelopincho
Salgo envuelta en una toalla

Me siento frente al ventilador
Siento
Siento
Siento un poco de frío
Con frío tampoco puedo escribir
Pienso
Y no termino de pensar esto
Que ya estoy sintiendo calor de nuevo
El acto creativo se evapora
Constato
Después del 4° vaso de licuado
Se acabó el ron
Otro día inservible para las artes
Si yo fuera una escritora de novelas
Ya tendría un título por lo menos:
Son las 10 y no ha refrescado nada

lunes, 13 de enero de 2014

ubicate


La vimos abrirse y durar sólo un día. Era un día de vacación que coincidió con el único de día de un trabajo enorme que me figuro yo que es hacer esa flor. Pero no es sólo hacer esa flor. Es hacer ese universo que gira milimétrico en torno a esa hechura. Es el abejorro y el colibrí que llegan en el momento exacto. Es esa inteligencia pavorosa que hace coincidir estambre y pétalo, pistilo y polen. Es la obscenidad de toda esa coincidencia. Es el alarde de lo bello lo que me deja helada.
Aparte: hay el trabajo enorme de crear un dispositivo hecho para prolongar la vida de la mirada sobre el instante de la cosa.
Decir que me gusta la fotografía. Sacar fotos. Decir que me entretiene. Exagerar y decir que amo.
No puedo decir nada de eso.
No me pone contenta la fotografía. Tampoco me pone triste.
Uno es bastante pelotudo. Trabaja, vacaciona, compra una cámara, dispara.
Uno necesita ser ubicado.
La fotografía me pone un poco en mi lugar.

Me ubica frente al mundo.