domingo, 28 de abril de 2013

Chicha Hayworth


Vamos a hablar de la Chicha. Una mujer de 80 y pico. (Si me lee la Chicha no me va a perdonar la infidencia de decir su edad). Una mujer. Madre. Esposa de 3 ex maridos. Todos enterrados. Abuela. Bisabuela. Etc Etc. El alzheimer o la demencia senil no le hacen justicia del todo, como diagnósticos que expliquen algo. El tema es que a ella no le pasó el tiempo. Llega llevaba por sus hijos a una guardia. Se cayó y se luxó el hombro. Le duele el hombro. Pero ella nunca va a reconocer que se cayó. Si camina perfecto. Si tiene 20 años. El médico ignorante –casi como todos los médicos- la ubica frente al dispositivo de la placa. Ella se molesta porque le sacaron el corpiño. Mira a sus ¿hijos? Como diciendo: uds ven? Me desnuda. Antes del click ella se queja: pero no me sale el rostro! La Chicha vive en Hollywood. Es una actriz. Grande la Chicha.

jueves, 25 de abril de 2013

ladrón que roba a un ladrón



Primero recibía la correspondencia y la guardaba.
En algún momento Benavides se va a presentar a reclamar su correo, pensaba.
Pasaron los meses, “hay correspondencia de un inquilino anterior” le avisaba al dueño cada vez que iba a pagar el alquiler.
Después no pude más y empecé a abrir las cartas. Todas eran intimaciones. Multas de tránsito en pueblos perdidos de la provincia. Tarjetas de crédito. Créditos bancarios. No había dudas. Benavides había desaparecido sin dejar rastro. Finalmente recibo una intimación judicial, anunciando que la fuerza pública se presentará en mi domicilio. Y empiezo a preparar mi defensa.
Es cierto, Sr juez. Benavides, ese fantasma que estafó a dios y maría santísima, de algún modo descansa con la venia de mi complicidad involuntaria. Sí, lo reconozco. Benavides me transformó en su secretaria. Trabajo para él. Atiendo sus llamados. Abro y leo su correspondencia. Imagino su fisonomía. Lo intuyo en las colas de los bancos. Es que son muchos años, Sr juez, de trabajar secretariando gente. Liberando fantasmas. 
Mi abogado alegó exceso de celo profesional. Dejó deslizar incluso que padecía desviaciones sexuales tempranas.
Pero todo fue inútil. 
Finalmente firmo mi confesión: Yo no soy Benavides. Pero en algunas circunstancias, desearía serlo..

por estrictas razones sanitarias


Hay unos concejales muy preocupados
Por evitar la muerte
Así que con fines preventivos
Han decidido
Prohibir la vida.
Así es que les han prohibido
A unos internos
En una colonia psiquiatrica
Llevar ropas
Y entonces van desnudos
También les han prohibido
Llevar pelo
Y entonces van rapados
Todo esto
Sustentado
En estrictas razones sanitarias
Por las mismas razones
Les han permitido
A esos internos
Comer mierda
Lo humano carga sus vicios todos saben
La locura tiene sus vicios
Mientras esto pasa
El frágil corazón del gobernador
Se estruja de tristeza
De modo que por las mismas estrictas razones sanitarias
Le han permitido
Al señor gobernador
Desviar fondos
De salud
Hacia su nutrida cartera
Lo humano tiene sus vicios
La locura del señor gobernador
Son las carteras
Así su frágil corazón
Soporta mejor
La visión del horror
Por eso
Por las mismas estrictas razones sanitarias
Al lado de los nuevos campos de concentración
Dejan crecer -para solaz de la vista-
Los verdes campos 
de la concentración sojera.

lunes, 15 de abril de 2013

el alma está en las cosas



Mi madre fue una coleccionista como lo define Walter Benjamín. El coleccionista es el verdadero habitante del interior. El que hace del ensalzamiento de las cosas algo suyo. El que sueña con un mundo en el que los hombres tampoco disponen de lo que necesitan, como en el mundo cotidiano, pero en el que las cosas quedan libres de la servidumbre de tener que ser útiles.
Y sí. Llegó el día en que tuvimos que liberar a ese pequeño ejército de miniaturas en cerámica esmaltada que atesoraba mi madre. Damas antiguas con sus miriñaques. Angelitos panzones. Perros y gatos con moños. Canastitas con frutas y flores. Cisnes. Bailarinas con tutú.
A mi madre le hubiera importado un pepino saberse discípula de León Deubel cuando afirmaba: Yo creo en mi alma…en la Cosa. Por eso nunca se lo dije.



miércoles, 3 de abril de 2013

trabajo de noche


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 Fui arrancada –sacada de la cama- por un sueño. No soy muy partidaria de esto. Prefiero seguir durmiendo. Pero el sueño era realmente ingenioso. Me desperté en medio de un parlamento mío muy locuaz. Frente a un hombre que acababa de confesar sus felonías de un modo muy ruin, yo, a los gritos, le decía ¿Y porqué me estás diciendo todo esto? ¿Qué, acaso me viste cara de cura? Si necesitás un confesor buscá un párroco! Acto seguido yo salía de la escena de un modo muy almodovariano, tomando las llaves de su auto y estrellándolo contra el primer poste que se me cruzaba.
Los restos diurnos de los días previos fueron generosos. Debo decirlo. No todo es mérito del soñante.  A veces las cosas que suceden en los días son un pase digno de Messi.
Podría enumerar:
La elección –o erección- del nuevo Papa y las voces piadosas celebrando el “habemus papá”. La Barcelona titulando que este papa al menos no se caga encima.
Un pendejo pistola en un auto importado llendo a mil por una calle de barrio estrellando su auto contra el árbol de mi vereda mientras temblequea pensando en lo que dirá su papi frente a su gran “cagada”
Otro que lloriquea porque ve desahuciadas sus expectativas.
Ninguna de las situaciones me produjo el menor afecto de conmiseración, más bien un potente rechazo.
Todos en el sueño se dirigen de algún modo a la madre pero lloran al padre.
Concluyo que carezco del dudoso orgullo materno de limpiarle las cagadas a los nenes mientras hacen guiños a un padre que se hace el que no vé.
Sonará estrafalario pero me atrevo a decir que es un sueño sobre el amor. O sobre la degradación de la vida amorosa. El amor no puede ser el contrato que nos asegure que siempre vamos a tener a alguien frente a quien  abrir el intestino grueso con total complacencia. Esperando que el otro limpie la mierda y que encima diga que huele a flores.
Sea quien sea el otro, madre, padre, marido, mujer, hijo o espíritu santo, tiene por delante una tarea importante. Algo que aprender con perentoriedad: el único control importante para la vida en sociedad, es el control de esfínteres.
Las 2 de la mañana habían dado. Y nada estaba sereno