sábado, 6 de julio de 2013

savoir faire

Mañana de sábado, programa de mates, lectura, regodearse en nada que hacer, mirar por la ventana de la cocina, el patio gris, ordenado, sin demasiado daño ni indicio de actividad nocturna por parte de la guardiana, que bien, la vista acaricia ese breve paisaje  mientras se calienta la pava, es todo lo que pienso ver antes de hundirme en la lectura de sábado, la pava ya casi está, miro distraída el patio una vez más antes de volver a la cama, todo en orden, nada en la soga. Nada en la soga.
-Clau le dejo la ropa en la soga o la levanto así, está húmeda todavía
-dejala Clau yo la levanto.
Nada en la soga. Alguien que no fui yo levantó la ropa. Miro a mi hijo fundido en el sillón, cuero de su cuero estopa de su estopa la única actividad registrable las pupilas un poco inyectadas de sangre se mueven al ritmo de los dedos ágiles sobre los botones del joystick. Por supuesto que no fue él. Me tomaría más tiempo sacarle una respuesta, hacerlo volver de su trance, incluso hacerle sentir un poco de culpa...Tadeo vos viste...? descarto el trámite.
Mientras abro la puerta de la cocina haciéndome ya a la idea, me chorearon, y trato de pensar, registrar qué había, cuales fueron las bajas, vamos esa memoria fotográfica, no eran tantas cosas, me doy cuenta que ni eso me va a hacer renunciar al programa de lectura y que solamente estoy cumpliendo con una suerte de requisito-formalidad, como si la policía a la que nunca voy a llamar preguntara siguiendo mis pasos, tratando de encontrar alguna racionalidad en los actos del denunciante:
-¿no vió la ropa en la soga, y qué hizo?
-Nada, pensé: me robaron. Y volví a la cama con los mates listos a internarme de nuevo en la lectura. 
Pero no puedo hacer eso. Sería una suerte de ofensa, ofensa para quién, para Madre por supuesto que en vida se negó a visitarme en mis casas con tal de no ver -decía ella- no ver cómo hacés como te las arreglás para vivir sola si sos una inútil, y eso, mi inutilidad era una ofensa a su buen desempeño, a sus enseñanzas de cómo tender una cama cómo limpiar un baño.
El pensamiento no estorba la acción por suerte puedo pensar cualquier cosa y hacer al mismo tiempo y ya estoy abriendo la puerta del lavadero, ahí el tender, ahí la ropa.
Sonrisa. Alguien que no fui yo lo hizo. Lo sospeché. Tuve la deliciosa sospecha pero el miedo también de comprobar que mi asistente de vida hubiera fallado. Que me hubiera creído, donde sabe que mi opinión no cuenta. Que sin embargo tiene la deferencia de preguntarme, haciéndome sentir que mi opinión cuenta. Perfecto. Alguien que no soy yo que ingresa la acción correcta, sin comentarios, sin pensamientos. Alguien que amorosamente ingresa la acción correcta donde yo irremediablemente soy yo.

Qué cómo hago pregunta ud Madre, así hago.

jueves, 4 de julio de 2013

vos, y cuántos más

La gente insiste en pensar que la socialidad es un bien preciado y entonces pasa que uno se junta, nos juntamos, el viento nos amontona.
Y todo funciona todo fluye hasta que será por la hora, será por el vino, algo cae de la boca de alguien, una pregunta, más que una pregunta un bólido que se desplaza a la velocidad de la luz y se prende fuego al chocar contra la atmósfera. 
La atmósfera del encuentro cambia entonces. Pasa de las ardientes crónicas épicas donde íbamos relevando el paso por los últimos frentes de batalla, las bajas registradas y los territorios anexados, al dato, al dato frío. La vida en números.
Entonces dijo:
-¿che, y quienes están ahí? ¿vos, y cuantos más? 
La respuesta ya estaba preparada desde hacía rato, se vé, y salió como piña.
-Wilson, y yo. 
Ya lo decía mi archiamiga la Dra Kaiten: tus amigos pueden no ser Sócrates, pero son una peligrosa ruta de acceso a la verdad.