miércoles, 19 de noviembre de 2008

conquista social

Parecían estar en el último escalón de lo que se anunciaba como un acuerdo. Habían llegado hasta allí después de largas tratativas. No importaban las tazas, el lavarropas o el televisor. El parecía dispuesto a ceder todo eso, y más, con la sola condición que ella acertara explicarse. Tenía que responderle, rápido y sin titubear, para qué quería lo que quería. Parecía simple. La llave que abría el candado. Entusiasmada iba a empezar a contarle sus planes cuando vió una vez más esa sonrisa sarcástica mientras ella hablaba. Entendió todo de repente, incluso entendió algo que parecía imposible de entender para cualquier mortal que los conociera. Porqué se estaba separando.
Pensó en tantas mujeres, en las conquistas sociales más importantes de las últimas décadas, y finalmente le pareció que había un derecho que no estaba enunciado, y que quizá era el único que resultaba efectivamente subversivo, que abría a una soberanía que dibujaría sin dudas un nuevo mapa en el orden mundial: el derecho a dejar de dar explicaciones.