sábado, 27 de diciembre de 2008

arde troya

alguna vez, alguna, contemplemos la posibilidad de ir dentro del caballo.

Cada vez que algún nuevo aparato con tecnología de punta entra a mi casa, bajo la promesa de revolucionar mi vida, o traerme algún beneficio insopechado hasta entonces, pienso esto: qué trae en sus entrañas. Me dura unos instantes, y me conformo pensando que ya no tengo edad para ponerme a desarmarlo y descuatizar con curiosidad su anatomía. Aunque debería, por dios que debería.

Pero entonces, a falta de una estrategia defensiva, porqué no una ofensiva, me pregunto. Ir dentro del caballo en lugar de ser siempre el consumidor final que rie y festeja y se emborracha casi como un salvaje excitado alrededor del quieto artefacto que respira pausado esperando su hora. Para luego, irremediablemente, sorprenderme a mitad de la noche ....

viernes, 19 de diciembre de 2008

sin apuntador


Después del cuarto llamado en la semana, una vez anunciándome que no habría combustible, otro que cortarían la luz, algo más sobre rentas y los vencimientos, llegué a la conclusión que funciono casi como una persona normal porque tengo buenos apuntadores. Es cierto que se me va la letra. Que tengo blancos que duran a veces semanas. Hasta que finalmente alguien me ve navegando a la deriva, y agarra el guión y me dicta lo que sigue. Lo difícil de determinar es qué pasó en la última década. O el apuntador se quedó siempre en la misma página, o se murió y yo no me di cuenta….el hecho es que de algún modo me ví arrojada a la improvisación. Mientras todos afirman que el show debe continuar, yo ensayo notas sobre un instrumento desconocido para mí.