En
uno mi padre no estaba muerto, sino que se
hacía el muerto, y al tiempo en que estábamos por descubrir la fantochada
el salía de entre las cobijas farfullando algo y vestido con un traje de capo cómico,
tipo Dick Van Dike.
Pienso para mis “adentros”: yo sabía que había sido músico,
pero no lo de comediante.
En otra escena madre me reprocha severamente no
haberse enterado de mis últimas separaciones. Ya estaba yo por excusarme: “lo
que pasa es que ya estabas muerta” pero me parecía medio fuerte darle la
noticia de su fallecimiento así. Descartada esta opción reparo en su plural: “separaciones”
y pienso que registraba la primera, pero no la última.
Esta sí
era una noticia, y así se lo comunicaba. Ella me miraba moviendo la cabeza de
un lado a otro, con ese gestito tan suyo que anticipaba la consabida frase: “Vos
siempre tan original”. Ya iba yo a retrucar a los gritos ¿¿¿¡¡original yo???... ¿¿¿¿y uds què???!!!
Pero el voltaje de intensidad se ve que me despertó arruinando como tantas veces la respuesta correcta en el momento preciso.
Me quedó en cambio una sospecha que no está nada mal: capaz que la originalidad viene de familia.
Algo es algo.