Querido diario:
Estuve abstraída en la
construcción de mi máquina de poleas. Creo que va a ser de mucha utilidad,
independientemente de cuándo logre estar lista. Me inspiró mucho Fitzcarraldo. Tiene
que mover tantas cosas para poder escuchar la música que quiere. No se trata de
sentarse frente a un gramófono y poner un disco y ya. Se trata de los otros
también. De invitarle a los otros su música. Al chancho, al que quiere sentar
en una butaca roja de un teatro a escuchar ópera. A Molly, que regentea una
casa de putas: se trata de hacer pasar la música por allí también.
Se trata de los indios. De los ríos. De la selva. De un
mundo intervenido por su música.
Para eso son necesarios distintos trabajos. Hay que remontar
un río en un buque. El buque tiene que
atravesar una montaña.
Están sus ayudantes que no entienden nada de lo que se
trata, ni siquiera hablan su misma lengua. Pero se disponen.
No porque lo quieran. No porque quieran lo mismo que él, ni por cerca.
Pero pueden reconocer en otro el trabajo enorme que
lleva crear un ambiente donde sea posible el deseo. Y eso es suficiente.
http://www.youtube.com/watch?v=F53yUsgVuL0
2 comentarios:
La maquinaria del deseo y su polea, maravillosas
uy Cipriano qué gusto encontrarlo por estas galerías! Va un abrazo.
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