miércoles, 15 de agosto de 2012

demolición



 Abrieron un boquete en mi pared. Tiraron un piolín que sobrevuela la escalera y termina atado con un moño en la puerta del baño. Personajes extraños entran por el boquete. Hombres con casco, equilibristas, mujeres barbudas, gente con planos abajo del brazo. Me voy sobre ellos enfurecida. Quiénes se creen para entrar así en mi casa. Con qué derecho.
Me ignoran sistemáticamente. Siguen hablando entre ellos como si fuera invisible. Los interpelo, los zamarreo, y nada. De repente pienso que quizá soy invisible. Un fantasma que se resiste a abandonar la casa.
Me despierto
Si la pregunta del día anterior era qué carajo voy a hacer ahora que empezó la demolición de la casa de al lado, la respuesta no se hizo esperar. 
Soñar. Eso voy a hacer, cosas prácticas. Sueños para poder seguir durmiendo.
No sé que harán los fantasmas de la casa del al lado. 
No sé a dónde irán una vez que demuelan las paredes y la historia en ellas encriptada. 
Quizá se muden de barrio. 
Quizá las empresas constructoras ya tienen previsto emprendimientos en el más allá.  

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