sábado, 7 de abril de 2012

it scares me



Años espiando por el ojo de la cerradura. Cuando finalmente la puerta se abre, se abre el mundo. No hay habitaciones del otro lado. Del otro lado, está lo abierto.
¿Te das cuenta? Por eso tan poca gente abre la puerta cuando tocan el timbre. Inventan todo tipo de dispositivos para mediar ese momento: cámaras, micrófonos.
Saben que si abren la puerta se les viene el día. El mundo se les viene encima como una patada a los ojos abiertos.

Había pasado varias noches sin dormir. Llegaba a mi casa agitada, con sus papeles desordenados y unas ojeras espantosas.

Ves? me dice señalando sus bocetos. Esto está mal. Acá, en lugar de puertas, hay que abrir pasajes. Todos los edificios, todas las casas debieran tener pasadizos, no puertas.
La arquitectura moderna lo intenta: romper lo cerrado, simular lo abierto dentro de lo cerrado. Pero no es eso.
Hay que poder pasar de un lado al otro. De un lado al otro. Una y otra vez, las veces que hagan falta. Hacerse un cuerpo en ese trance.

Eso es experimentar!

Dicho esto su cuerpo crispado empezó a aflojarse. Dejó caer los párpados como tenues persianas. Se hizo la noche, se hizo el descanso, se hizo el pasaje. Todo junto.

La tapé y levanté sus papeles del piso mientras pensaba que nunca nadie nos releva del trabajo de crear el mundo. Flojera de los dioses.

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