sábado, 30 de octubre de 2010

preferiría no...


hace semanas que navego en la incertidumbre de si ir a ese coloquio o no. A pesar que me cubren los gastos de traslado, estadía, me dan un lugar preferencial entre eminentes disertantes, simplemente no se me ocurría qué ir a decir, respecto al tema propuesto. Hasta que finalmente decidí: bueno, si no se me ocurre nada, no voy. Eso me alivió bastante. Acto seguido, empecé a pensar qué excusas pondría. "Problemas familiares me impiden apersonarme en tan magnífico encuentro". "Lamento no poder acompañarlos en un encuentro de trabajo que sin duda será más que productivo" Creo que escucharme diciendo semejantes boludeces me hizo reaccionar.

La única forma de no ir, sería decir la verdad: lo que tengo que decir, no entra de ningún modo en la propuesta. No se me ocurre nada....que encaje. Y acto seguido, pensé: preferiría no tener que decir esto. Qué necesidad hay.

Preferiría no....

El último intento fue escribirle a un amigo, pidiendole que me tire una soga, sin mencionarle el pantano subjetivo en el que estaba, ni lo desencajado de mis ocurrencias. Sólo le mencioné el tema. Me remitió a un trabajo suyo "Bartleby, preferiría no" sobre el libro de Hellman Melville: Bartleby, el escribiente. En parte de su ensayo se lee: "Bartleby testimonia que en el mundo contemporáneo nadie sabe qué hace con los restos que no encajan en ninguna parte. La sociedad es un trazado de ubicaciones precisas. El obstinado empleado de Melville, que practica una forma desconocida de meditación, es un inclasificable que termina en la cárcel (podría haber sido un manicomio, un asilo, o la frontera del país vecino)

Acto seguido, me puse a escribir. Lo desencajado, de algún modo tendrá que entrar. Aunque sea como desencajado. De repente supe....creo que incluso ya sé hasta que zapatos voy a combinar con qué vestido.(sic!). Recordé a otra amiga que decía que a veces los amigos, sin ser Sócrates, son una una peligrosa vía de acceso a la verdad...

jueves, 14 de octubre de 2010

...con tu música a otra parte



Me pareció muy raro pero ayer a la tarde, mientras esperaba noticias de los mineros, en canal 12 pasaron un capítulo de Hijitus. Estaba merendando con mi hijo, y entusiasmada le cuento que yo veía esos dibujitos todos los días. El título del capitulo era "El pingüino hippie" ... ¿¿¿??? Al rato de comenzado, mi hijo advierte...mamá.... ¿esto no es medio facho? Bueno, la trama era un pingüino hippie, que con su música -rock- provocaba grietas en los glaciares, y ponía en riesgo al mundo entero. Hijitus y compañía emprenden la caza de este especimen, "único en el mundo", caza financiada por Gold Silver. En medio de la cacería van a tocar la puerta al iglú de la familia para preguntarles si saben sobre el paradero de su hijo, el papá pingüino dice que ese no es su hijo, y que si lo agarra lo muele a palos, la mamá pingüina que llora y le implora al severo padre que sea piadoso (la mamá pingüino lleva ...¡un pañuelo atado a la cabeza!). Bueno, lo que ya sabemos, marche preso desacatáu, lo voy a hacer repinporotear, .... El pobre pingüino hippie termina en la cárcel, con su música agrieta las paredes y se escapa, vuelta a atraparlo, hasta que deciden que .... es un incomprendido y lo van a ayudar a reformarse, a que aprenda a usar su música con fines útiles a la sociedad, y para eso.... ¡¡¡lo mandan a la Marina, a trabajar de rompehielos!!!


... La niña que habita en mí lanzó un alarido de espanto


...Nooooo.....También tú, super hijitus?????...


P/D


(ultimamente vengo de situaciones donde discretamente me han mandado con mi música a otra parte....debo andar muy rompehielos...ejem.)

miércoles, 13 de octubre de 2010

accidentes


Nada más teme el hombre que ser tocado por lo desconocido. Ese miedo primario, configura los movimientos y las distancias de las que es capaz en relación a los otros, explica Elias Canetti. Sólo inmerso en la masa, puede el hombre redimirse de ese temor al contacto. Una vez que uno se ha abandonado a la masa, no teme su contacto. De pronto, todo acontece como dentro de un cuerpo, sigue diciendo.
Freud afirmaba que el enamoramiento es una masa de dos. De repente pensé en todos los accidentes que desmembran ese cuerpo. Recordé una escena temprana en la que me quedé con el bracito de mi muñeca preferida en la mano, mientras trataba de vestirla, y lloré desconsoladamente. Sobre todo porque me habían dicho que eso podía pasar: se podía romper.
¿Viste? Que te dije,- fue encima la respuesta-. No tuviste cuidado.
En lugar de muchas ganas de jugar y vestirla y desvestirla, debería haber tenido cuidado. En lugar de ganas, debería haber tenido cuidado, parecía el mensaje. Hoy pienso que hubiera sido mejor si me decían qué movimientos podía ese brazo. Hubiera sido un poco más útil que “tené cuidado”. Yo asocié el cuidado a que debía cuidarla de mis ganas, y no a un cuidado respecto a lo que podía ese cuerpo, a sus movimientos posibles. Así fui dejando de jugar con ella, le había encajado de nuevo el brazo con dificultad, y no quería volver a lastimarla. Ese desistir del juego fue creando un enorme rencor y resentimiento entre ambas, y fuimos muy infelices.
Hoy pienso que podría haber imaginado otras escenas para ese accidente, compuesto otros paisajes, que se yo, la muñeca que cada tanto necesita un service hospitalario, el caballero que se enamora de la dama del brazo flojo….