lunes, 2 de febrero de 2015

Cactus suaviza





Un señor me escribe para decirme que un siglo atrás nos
retaron por besarnos en la plaza del pueblo. Te acordàs? pregunta.
Su propósito sin duda era noble: dar paso a una ardiente evocación
y -por qué no – a un posible reencuentro.
Yo le tuve que mentir  (una vez más) que lo lamento mucho, que me falla la memoria, que no me gustan las sorpresas, que odio chatear.

Pero en realidad quedé convertida en un cactus. Tuve que
mandarme media botella de pisco y poner el disco de Cerati para tomar valor y
sacarme a cuchillo cada uno de esos  retos clavados como espinas.
Dulces 16.

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