lunes, 15 de septiembre de 2014

clavadistas

No sé si entendí mucho de lo que leí.
Sobre las figuras del amor.
“Lo leí rápido”, dije primero, “lo tengo que volver a leer”. “Estaba con la cabeza en otra cosa”. 
Cosas que uno se dice para no entender lo que acaba de entender perfectamente. Una sola imagen me quedo durante el resto del día. “Después la escribo. Después”. 
Seguí con mis trabajos, toda la tarde, hasta la noche. Cené. Estuve a punto de irme a dormir.
La imagen seguía ahí, esperándome: “lanzarse delante de”.
Mierda. Esas palabras leían algo de lo que yo había escrito unos días antes, renegando de la forma en que la gente le da a la matraca con el tema de la libertad. Vuelvo al texto:

“Y Lacan estaba al tanto de que el sujeto no puede despabilarse por sí solo. Mejor aún, pensaba que cada uno no encuentra su libertad sino porque un otro, lejos de ser indiferente al prójimo, lejos de querer “respetar” la libertad del prójimo, se encontrará dirigido hacia la libertad del prójimo, se lanzará delante de esa libertad.”

Ah, no hay de qué disculparse, pensé. Qué alivio

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