miércoles, 3 de abril de 2013

trabajo de noche


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 Fui arrancada –sacada de la cama- por un sueño. No soy muy partidaria de esto. Prefiero seguir durmiendo. Pero el sueño era realmente ingenioso. Me desperté en medio de un parlamento mío muy locuaz. Frente a un hombre que acababa de confesar sus felonías de un modo muy ruin, yo, a los gritos, le decía ¿Y porqué me estás diciendo todo esto? ¿Qué, acaso me viste cara de cura? Si necesitás un confesor buscá un párroco! Acto seguido yo salía de la escena de un modo muy almodovariano, tomando las llaves de su auto y estrellándolo contra el primer poste que se me cruzaba.
Los restos diurnos de los días previos fueron generosos. Debo decirlo. No todo es mérito del soñante.  A veces las cosas que suceden en los días son un pase digno de Messi.
Podría enumerar:
La elección –o erección- del nuevo Papa y las voces piadosas celebrando el “habemus papá”. La Barcelona titulando que este papa al menos no se caga encima.
Un pendejo pistola en un auto importado llendo a mil por una calle de barrio estrellando su auto contra el árbol de mi vereda mientras temblequea pensando en lo que dirá su papi frente a su gran “cagada”
Otro que lloriquea porque ve desahuciadas sus expectativas.
Ninguna de las situaciones me produjo el menor afecto de conmiseración, más bien un potente rechazo.
Todos en el sueño se dirigen de algún modo a la madre pero lloran al padre.
Concluyo que carezco del dudoso orgullo materno de limpiarle las cagadas a los nenes mientras hacen guiños a un padre que se hace el que no vé.
Sonará estrafalario pero me atrevo a decir que es un sueño sobre el amor. O sobre la degradación de la vida amorosa. El amor no puede ser el contrato que nos asegure que siempre vamos a tener a alguien frente a quien  abrir el intestino grueso con total complacencia. Esperando que el otro limpie la mierda y que encima diga que huele a flores.
Sea quien sea el otro, madre, padre, marido, mujer, hijo o espíritu santo, tiene por delante una tarea importante. Algo que aprender con perentoriedad: el único control importante para la vida en sociedad, es el control de esfínteres.
Las 2 de la mañana habían dado. Y nada estaba sereno

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