Lidiar con gente moribunda puede ser todo un tema. Como
saben que ya no vas a tener derecho a réplica, son capaces de lanzarte
cualquier dardo. Ostentan una inimputabilidad pocas veces vista.
Así me vengo a enterar por mi hermano que mi señora madre le
murmura al oído desde su lecho de muerte: “me parece que tu hermana anda en algo raro”.
No pude menos que sonreír. Creo que traía esa sospecha desde
mis 5 años más o menos.
Esto me hace pensar que una vida puede llegar a su fin, pero
una sospecha, nunca.
Quizá una vida no es sino el tramo que transcurre entre una
sospecha y otra.
Quizá lo único con lo que llegamos y nos vamos de este mundo
es con alguna sospecha.
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