lunes, 20 de agosto de 2012

pastoreo



El problema no es el otro. El problema es la inevitable pendiente hacia el otro que se abre cuando tenés hambre. Hambre y miedo al hambre. Antes del hambre, el otro es otro. Un animal que pasta cerca.  Después del hambre, el otro es comida.
Lo sabemos, por eso tenemos miedo al hambre.  Sí, con miedo todos nos volvemos unos energúmenos insoportables. Nos volvemos vacas carnívoras o eremitas vegetarianos. 
Dios, líbranos del hambre extremo. Procúranos algún tentenpié.

No hay comentarios: