Encarnizamiento. Pasaje de ida a la maravilla. Después
de unas horas quedan todavía en el cuerpo pequeñas vibraciones, aleteos,
revoluciones moleculares que burbujean hasta perderse en la superficie de eso que se llama piel.
Entonces hay que hacerlo de nuevo. Más de lo mismo. La
precisión está en la repetición. No hay
otra cosa que hacer con el amor, salvo eso. Encarnizarse. Afectar al cuerpo. Dejar
que la carne nos instruya.
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