viernes, 2 de marzo de 2012


No estoy en ninguna liga de defensa de la vida animal, sin embargo estuve de guardia el día de ayer. Tuve que velar la agonía de un pichón de paloma en el dintel de mi puerta. Fui incapaz de apresurar los trámites, ni moverla de allí. Tampoco pude pedir ayuda a mis vecinos, de sólo imaginarme el diálogo

-Hola, ¿me puede sacar esta paloma del portón de mi casa?

-Y por qué no la saca ud?

-Es que todavía se mueve


Bien, me dije, pensemos, nos tranquilicemos (siempre somos varios en la antesala de mi angustia) ¿qué tanto puede durar esa agonía? Recordé las palabras de un amigo “no estamos allí para apurar el trámite”

En las horas que siguieron sólo pude constatar su pulso.

Y que todo llega, inexorablemente.

Hoy abro la puerta con cuidado, me fijo detenidamente. Ningún pichón de paloma agoniza en mi dintel. Me digo qué bien. Qué bien. Se escucha el eco de mis palabras en la espera y mis otros veladores y vigías convocados repiten…qué bien…qué bien, se saludan y se retiran de a poco.

Escribo en el Libro de Guardia: Hoy no se reportan urgencias. La naturaleza descansa

3 comentarios:

andrea guiu dijo...

Bello y real.

Unknown dijo...

Se lo llevo un gato....

claudia huergo dijo...

no voy a decir ni miau