jueves, 13 de octubre de 2011

sobremesa



Descorazonada.
Descarozada como una aceituna, asiste a la sobremesa junto a los restos de una picada fría.
Alguien dice que ya es tarde y se va.
Alguien que todavía espera igual se acopla a la sentencia y dice “sí, ya es tarde”
El reloj no dice nada, marca una hora, sistemática, implacablemente.
No dice hora de qué es.
Sin embargo todos se miran, y como en un ritual absurdo miran el reloj y dicen, “si, es tarde”

Prefiero los relojes de arena –piensa ella- al menos se ve algo caer, algo terminar, algo pasar de un lugar a otro, algo lleno, algo vacío.
Pero no lo dice y hace el ademán de levantar los platos.
Todos repiten el mismo ademán.
Se entrechocan en la cocina, cada uno llevando cosas leves, imperceptibles, un vaso, un plato. Cada quien se ve obligado a llevar consigo parte de la sentencia de la hora.
Culpa colectiva.

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo por eso no ayudo a levantar nada. Me siento callandito y espero a que la comuna se encargue. Luego también me tienen que correr de la casa donde soy invitado porque nunca me quiero ir. Incompresibles los humanos.