sábado, 13 de agosto de 2011

teachers, live the kids alone



No se si esto justifica mi sueldo docente, pero puedo decir a mi favor que a veces tengo una suerte de empecinamiento en que alguien comprenda algo.
Entender algo no depende de un proceso ni de algo acumulativo. Es algo que pasa, y uno no deja de preguntarse qué sentido tiene estar horas y horas cada día para ver si algo pasa. Pero bueno, eso es la escuela, y puedo decir a mi favor que yo no inventé la escuela, y que me defendí de los pedagogos como pude.
Los alumnos tampoco son fáciles. A veces es gente empecinada en no querer saber nada con nada, gente negada a la iluminación, a la sorpresa y al descubrimiento. De modo que a veces pasamos siglos hablando no se sabe de qué, hasta que alguien comprende algo.
Así fue ese día. Yo estaba tratando de explicarles qué era una madre, y ellos insistían en no conectar con el dato básico que todos tuvimos una. Así parecía que hablábamos de peras o tomates, diciendo la cosa por sus atributos. Yo me impacienté mucho y empecé a vociferar: “a ver si entienden, una madre es eso, eso que espera en el fondo de uno, eso que espera algo de uno, algo que no se sabe qué carajo es, pero que alcanza para que a uno le quede perfectamente claro, por el resto de su vida, que nunca colmará esa espera”. Dicho esto me dejé caer en la silla, exhausta, y se produjo un gran silencio. Yo no tenía nada más que decir, así que empecé a juntar mis cosas del escritorio. El silencio se iba rompiendo con leves movimientos y murmullos que sólo confirmaban que nadie quería agregar nada, que todos habían tenido lo suyo y que simplemente queríamos salir de allí.
Hasta que alguien en la segunda fila, abrió su cuaderno, tomó la lapicera y ostentando una necedad pocas veces vista, haciendo apología de la más terrible sordera, como si hubiéramos estado hablando de tomates y peras, dijo: ¿Podría repetir?
Yo no podía, y no debía.

4 comentarios:

Señor Anónimo dijo...

Querida Perorata, te querés casar conmigo?

claudia huergo dijo...

me gusta lo de "Sr" Anónimo... eso ya lo hace algo personal, no sería como darle el sí a cualquiera... :)

Unknown dijo...

Dicen que no hay malos alumnos, solo malos maestros...será?...Ah, y madre solo hay una, la que con seguridad nos mandará a pagar pilas de plata en terapia cuando crezcamos, ya que nunca podremos satisfacer sus altísimas expectativas.

claudia huergo dijo...

así desarrollara al máximo mi nivel de maldad, la pasión por la ignorancia es fuerte a veces...
(a las madres tampoco las inventé yo, aclaro)