jueves, 11 de diciembre de 2014

crónicas marcianas

Uno viene caminando más o menos derecho y pasa algo que te abduce y te manda al inframundo griego. Parece terrible pero cuando empezàs a salir como que extrañàs esos dos o tres ritmos básicos que organizaban tus días: dormir, sea de día o de noche, acomodar el cuerpo para que no duela tanto, registrar si tenès hambre o no.
 El intervalo que dura reincorporarse al mundo es lo más traumático: todo parece tan estridente, tan excesivamente hiperconectado al pedo, tantas señales de nada.

Creo que voy a aprovechar para demorar un poco la entrada. (Ahora que ya sé que salí, je)

No hay comentarios: