sábado, 29 de diciembre de 2012

happy birthday: les voy a hacer caso voy a ser feliz


No sé cómo me va a salir escribir esto, porque es sábado, porque son las 6:00 de la mañana, porque es mi primer día de vacaciones, porque es mi cumpleaños y porque aparte es una mañana preciosa.
Me gusta levantarme temprano. Pero no me gusta que me despierten temprano. Más bien, me gusta levantarme sola, o sea, despertarme sola, quiero decir, por mis propios medios. Hoy no fue el caso. Me despertaron. No podría decir quién, porque en general uno se despierta o lo despiertan. Incluso cuando es un despertador el que te despierta, alguien lo pone. Entonces me despertó hoy el despertador. Pero yo no lo puse. Podría decir más, podría decir que hasta ayer a la tarde, no había despertadores en esta casa. Igual me desperté feliz. Un poco sorprendida, nomás.
Paso a explicarme: dos despertadores llegaron ayer a mi casa, vacía de despertadores. Llegaron en cajas, junto a otras cosas, platos, adornos, tazas, tacitas, ollas, fotos, portarretratos, una pala, un pico, herramientas, almohadones, un colchón, sábanas, frazadas, una tabla de asados y cosas que todavía no terminé de desembalar.
Ayer pasó eso, llegó a mi casa un flete con todas esas cosas, parecía una mudanza y de hecho cuando una casa se desarma y pasa a otra eso se llama mudanza. Pero yo no me mudé, aclaro. Algo se mudó a mi casa.
Espero que mis lectores sean pacientes, al menos porque es mi cumpleaños y uno merece en un día así algo de paciencia, digo, es como una fecha excepcional, aparte, ya dije que no sabía cómo me  iba a salir escribir esto que no es fácil de escribirse. 
Tengo que explicar todo esto porque sino no se va a entender. Cómo una es despertada, el día de su cumpleaños, por un despertador que no puso y que nadie que viva puso probablemente hasta hace dos meses atrás. No podría decir que cuando cargué de la casa de mis viejos dos despertadores lo hice pensando en ser saludada. Los cargué porque así es en una mudanza, uno carga cosas. Y con mis hermanos desarmamos la casa de mis viejos, que se murieron, primero mi vieja, hace 4 años, y un día después, mi viejo, pero un día después 4 años después, ¿se entiende?
Nada se entiende ni va de suyo, por eso uno escribe. Para hacer entendibles las cosas.
Para levantar actas sobre las cosas que pasan. Y yo quiero levantar un acta de lo que hoy pasó, y no pasó nunca antes. Yo digo que mi viejo me llamó para saludarme por mi cumpleaños. Del modo que pueden hacer las ánimas, poniendo despertadores, haciendo sonar teléfonos, las ánimas de hoy en día no hacen sonar campanadas o cantar gallos porque en la ciudad ya casi no hay campanarios o uno no vive cerca de los campanarios ni de los gallos.
Pero bueno, volvamos al punto. A la parte del acta. El hecho inédito, que tiene que constar en actas, es que mi viejo nunca antes me llamó para saludarme por mi cumpleaños. Nunca hizo sonar nada para ese día. Ni una alarma, ni un ring, ni un gong, ni un despertador. Nada de nada. Pero esto no es un reproche. Supongo que no se acordaba, o si se acordaba no era gente de andar levantando un teléfono, es más una vez me acuerdo hace unos años lo cagué a pedos, voy al pueblo y le pregunto che que sabés del tío negro, -(el único de los 16 hermanos que quedaban vivos, aparte de él. Y digo esto porque llamar a 16 puede ser todo un tema y se puede aducir que 16 son muchos. Pero si de 16 quedan 1, bueno)-.
Nada, me dice, no sé nada del tío negro, supongo que va a llamar, siempre llama para fin de año. Y porqué no lo llamás vos le pregunto. No, me dice, tiene que llamar él. Y porqué le digo. Porque yo soy el mayor. ¿O sea que tu único mérito culiado es haber nacido antes? ¿Esa es toda tu coartada? 
No me dijo nada, se hizo el boludo. Mi viejo sabía hacerse el boludo cuando le convenía. Escribo esto tranquila, porque no estoy hablando a sus espaldas. No es nada que no le haya dicho en vida: dejá de hacerte el boludo. Tampoco digo que hacerse el boludo sea un gran defecto. A veces de las pocas cosas que uno puede hacerse, está esa, hacerse el boludo, y quizá no sea una hechura menor. Me consta también, que con otras cosas no se hizo el boludo. Cuidó y enterró a muchos de sus hermanos. A la tía Tita, al Marcelito, al tío Luis.

Bueno, pero esto se está haciendo largo. Es mi cumpleaños y tengo cosas que hacer. Ya llegaron los albañiles de la obra del lado. Ya está sonando LV3 al mango. “Muchachita” es la canción.

En fin. Hoy nace un fantasma. Eso quería decir. Levanto el acta de nacimiento de un fantasma. El fantasma de un padre que se cansó de hacerse el boludo y por fin me saluda para mi cumpleaños.

Y les digo algo, por si son unos incrédulos de mierda igual que yo. Yo estuve durmiendo hace 3 días al lado de ese despertador. Y no sonó. Después ese despertador entró al fondo de una caja embalado, hasta que ayer salió de ahí y quedó sobre una mesa.
Por cosas como esta una escribe.  

Escribir me hace muy feliz.
Es una compañía igual que la que me llega 
de los vasos 
de las tazas 
de los despertadores 
de los fantasmas 
de los amigos
del hijo
del amor
de mi perra
de la vida

5 comentarios:

andrea guiu dijo...

Directo al corazón... Feliz cumpleaños, Perorata. Un abrazo.

Unknown dijo...

Aunques ya no me quiera...le mando un abrazo pues. Feliz Cumple...

claudia huergo dijo...

merci Andrea. Jedi no se porque anda diciendo que ya no lo quiero

Lucía Peretti dijo...

si lo que contás sucediera en un cuento sería poco creíble, esto de que la realidad supera la ficción es el mayor jaque a los escritores, y la mejor tregua de los terrenales. brindo con usté por la compañía que viene de las tazas y los perros, y todo lo que viaje entre medio y a través de ellos, feliz cumpleaños! Lucía

claudia huergo dijo...

gracias lucía :)