viernes, 16 de marzo de 2012

amanezcan, que no es poco


Te despertás y el sueño está ahí, a dos centímetros tuyos, todavía vivo, palpitando.  
Tenés apenas unos minutos para entrar de nuevo a una casa que se está esfumando. Te enloquecés por recorrerla toda, por hablar con sus habitantes-fantasma todo lo que no fue dicho porque estabas dormida, soñando.
Corrés de una habitación a otra, querés sentarte en todas las sillas, probar todas las camas, dormirte en todos los sillones, leer en todos los rincones. Sabés que hacer eso es como asistir a una demolición programada y sin embargo lo hacés. Hasta que abrís la última puerta del último cuarto que te deja exactamente en la calle, desnuda e insomne con una llave en la mano que abre la puerta de ninguna casa de ningún barrio de ninguna ciudad.
Yo sabía que esto iba a pasar y lloro a más no poder.
Finalmente me levanto y a medio vestir camino por esta casa mía en penumbras.
Pongo la pava para unos mates, enciendo un pucho, me trago la llave que no abre a nada y empiezo a escribir hasta que amanece.
Escribo o eructo: “amanezcan, idiotas, amanezcan que no es poco”.

No hay comentarios: