mucho menos solidaridad.
Pedir solidaridad es lo más triste del mundo.
Prefiero la guerra
la más sucia que podamos dar.
Una en la que quedemos todos sucios.
Todos, con el barro hasta el cuello.
Del cuadro oscuro, emergen unos dientes blancos:
no se sabe si es una sonrisa
o una mueca feroz.
No hay manera de averiguarlo
que no sea
creando el mundo.
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