Tengamos en cuenta la orilla. Nadamos. Cada tanto miramos la
orilla. De reojo como se miran las cosas que se van a perder.
Mucho màs me gusta pensar que fuera como recibir una
orden: orillesè.
Ahí nos piden los papeles, que siempre son insuficientes.
Y aleteamos
un rato fuera del agua.
(Todavía me estoy riendo con la ocurrencia de mis coterráneos:
conjugar el verbo orillar.)
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