La gente insiste en pensar que la socialidad es un bien preciado
y entonces pasa que uno se junta, nos juntamos, el viento nos amontona.
Y todo funciona todo fluye hasta que será por la hora, será por
el vino, algo cae de la boca de alguien, una pregunta, más que una pregunta un bólido que se desplaza a la velocidad de la luz y se prende fuego al chocar contra la atmósfera.
La atmósfera del encuentro cambia entonces. Pasa de las ardientes crónicas épicas donde íbamos relevando el paso por los últimos frentes de batalla, las bajas registradas y los territorios anexados, al dato, al dato frío. La vida en números.
Entonces dijo:
-¿che, y quienes están ahí? ¿vos, y cuantos más?
-¿che, y quienes están ahí? ¿vos, y cuantos más?
La respuesta ya estaba preparada desde hacía rato, se vé, y salió como piña.
-Wilson, y yo.
Ya lo decía mi archiamiga la Dra Kaiten: tus amigos pueden
no ser Sócrates, pero son una peligrosa ruta de acceso a la verdad.
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