Mañana de sábado, programa de mates, lectura, regodearse en
nada que hacer, mirar por la ventana de la cocina, el patio gris, ordenado, sin
demasiado daño ni indicio de actividad nocturna por parte de la guardiana, que
bien, la vista acaricia ese breve paisaje
mientras se calienta la pava, es todo lo que pienso ver antes de
hundirme en la lectura de sábado, la pava ya casi está, miro distraída el patio
una vez más antes de volver a la cama, todo en orden, nada en la soga. Nada en
la soga.
-Clau le dejo la ropa en la soga o la levanto así, está
húmeda todavía
-dejala Clau yo la levanto.
Nada en la soga. Alguien que no fui yo levantó la ropa. Miro
a mi hijo fundido en el sillón, cuero de su cuero estopa de su estopa la única
actividad registrable las pupilas un poco inyectadas de sangre se mueven al
ritmo de los dedos ágiles sobre los botones del joystick. Por supuesto que no
fue él. Me tomaría más tiempo sacarle una respuesta, hacerlo volver de su
trance, incluso hacerle sentir un poco de culpa...Tadeo vos viste...? descarto
el trámite.
Mientras abro la puerta de la cocina haciéndome ya a la
idea, me chorearon, y trato de pensar, registrar qué había, cuales fueron las
bajas, vamos esa memoria fotográfica, no eran tantas cosas, me doy cuenta que
ni eso me va a hacer renunciar al programa de lectura y que solamente estoy
cumpliendo con una suerte de requisito-formalidad, como si la policía a la que
nunca voy a llamar preguntara siguiendo mis pasos, tratando de encontrar alguna
racionalidad en los actos del denunciante:
-¿no vió la ropa en la soga, y qué hizo?
-Nada, pensé: me robaron. Y volví a la cama con los mates
listos a internarme de nuevo en la lectura.
Pero no puedo hacer eso. Sería una suerte de ofensa, ofensa
para quién, para Madre por supuesto que en vida se negó a visitarme en mis casas con
tal de no ver -decía ella- no ver cómo hacés como te las arreglás para vivir
sola si sos una inútil, y eso, mi inutilidad era una ofensa a su buen desempeño,
a sus enseñanzas de cómo tender una cama cómo limpiar un baño.
El pensamiento no estorba la acción por suerte puedo pensar
cualquier cosa y hacer al mismo tiempo y ya estoy abriendo la puerta del
lavadero, ahí el tender, ahí la ropa.
Sonrisa. Alguien que no fui yo lo hizo. Lo sospeché. Tuve la
deliciosa sospecha pero el miedo también de comprobar que mi asistente de vida
hubiera fallado. Que me hubiera creído, donde sabe que mi opinión no cuenta. Que sin embargo tiene la deferencia de preguntarme, haciéndome sentir que mi
opinión cuenta. Perfecto. Alguien que no soy yo que ingresa la acción correcta,
sin comentarios, sin pensamientos. Alguien que amorosamente ingresa la acción correcta donde
yo irremediablemente soy yo.
Qué cómo hago pregunta ud Madre, así hago.
2 comentarios:
cómo me gustan estas cosas que se leen así tan rápido como si se hubieran escrito mientras sucedían, de un tirón.
hace un par de días escribí algo así, como iba saliendo más o menos, después de mucho tiempo sin escribir. la invito a mi casa de palabras para que lo vea, porque lo escrito es una historia que sucedió camino a... su casa, pero a su casa anterior.
un abrazo clau.
mande las coordenadas,nomás :)
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