De todo el maremágnum de palabras
la anécdota más pueril
resulta la reveladora.
Pues resulta que el
dolor de cintura
por agarrar una pala
y cavar un pozo
equivale
a que los pozos
se sienten en el cuerpo:
ahuecarse duele.
En el club del trueque
cambiamos dolores
por tristeza finita.
No es un mal negocio.
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