Solamente me había arreglado para ir a un cumpleaños.
Por arreglo se entiende vestirme perfumarme
elegir un regalo
tener cara de cumpleaños
alguna ilusión como una carta pegada a la frente
esa que otros ven
mucho antes que yo.
Me sorprendió el pedido del taxista
de correrme a la otra punta del asiento.
Vanidosamente
pregunté ¿por algo en particular?
Si, porque ya me balearon por la espalda una vez.
Su mirada rebotó y me vi a mi misma.
Bañada, cambiada, perfumada, con una bolsa de regalo en el regazo,
una cara de cumpleaños alguna ilusión pegada a la frente
y una 9 mm en la cartera.
Ahora ya se
que la monstruosidad
nunca está en lo mirado
sino en la mirada
Hasta ahí no estaba pensando en matar a nadie.
Pero si insisten
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