Uno viene caminando más o menos derecho y pasa algo que te
abduce y te manda al inframundo griego. Parece terrible pero cuando empezàs a
salir como que extrañàs esos dos o tres ritmos básicos que organizaban tus días:
dormir, sea de día o de noche, acomodar el cuerpo para que no duela tanto,
registrar si tenès hambre o no.
El intervalo que dura
reincorporarse al mundo es lo más traumático: todo parece tan estridente, tan
excesivamente hiperconectado al pedo, tantas señales de nada.
Creo que voy a aprovechar para demorar un poco la entrada. (Ahora
que ya sé que salí, je)
No hay comentarios:
Publicar un comentario