Que el tiempo pasa, sí, pero uno no sabe cómo, ni cuándo, ni
en qué rulo de la historia ni en qué intersección de calles pero un día se abre
una grieta en el piso y ves salir a borbotones la historia, o como sea que se llame, y decís
qué suerte qué bueno y la emoción te pasa el trapo por la cara como por un
vidrio empañado y ahí está, voilá, tomá para que tengas, hacé fuego con esa
llamita de ilusión que parecía apagada.
Yo llegaba a la universidad invitada por estudiantes a un
foro debate en defensa de la educación pública y llegaba con una pregunta: de dónde
salieron estos, cómo salieron tan despiertos tan lúcidos tan informados tan sin miedo,
tan dignos pendejos a enfrentar La Resignación esa costumbre académica que nos
saca lustre como si fuéramos parte del mobiliario.
Que no nos resignamos! Leo como consigna por todas partes y
sigo diciendo y preguntando de dónde salieron hasta que alguien me sopla al oído:
son los mismos del 2010, los que estuvieron en las tomas de colegios
secundarios en Córdoba y yo digo claro, claro, recuerdo esa entrañable
transparencia. Esos que nos dieron cátedra. Ya pasaron 3 años. Ya
es el 2013. Y ahora están en la Universidad.
Mientras vuelvo a mi casa no puedo disimular la sonrisa no
es un viernes cansado como todos los viernes es un viernes de secreta alegría de
saber que pasó el tiempo y que ya están acá. Bienvenidos mascullo en un
semáforo mientras me limpian el vidrio y el pibe que también es un desempañador creo que no se
sorprende cuando debajo de la mugre del parabrisas se encuentra con una cara
que transporta una sonrisa que viene de atrás, de muy lejos.
Ya están acá.