Y todo por vivir adentro de un termo. Todo por no saber
interpretar de qué habla un agente de viajes cuando dice “este lugar es un
destino joven”. Me tendría que haber sonado mal, la unión de esas 2 palabras. Destino+joven.
Nosotros que no tenemos problemas con los jóvenes, es más, nos gustan los jóvenes,
y que no creemos en el destino, y sí
creemos en meter las patas al mar, obviamos esa frase compuesta y sólo pensamos en el mar.
Bueno, hay que saber leer. Las palabras no se unen porque sí,
y menos en boca de un agente de viajes.
En fin. Fue como ir a Bariloche con un viaje de egresados sin haber egresado de nada. O a Disneylandia sin la coartada de tener 4 años. Fue mucho más que eso. Un destino desolador. Satánico.
No por pasar 35 hs arriba de un micro infectado de adolescentes borrachos clase media acomodada escuchando cumbia y haciéndose
los pibes chorros. No porque te infectaran la cabeza con conversaciones banales
del tipo si está mejor ir al dentista o hacerse las lolas. No porque te busquen
como testigos mudos de que todo les chupa un huevo salvo chupar joder dormir
para luego volver a chupar joder dormir.
No íbamos en misión de la OMS declarando las archisabidas zonas de
desastre futuras que deja un modelo, aclaro.
Ni estábamos ahí para decir qué mal chuparjoderdormirlacumbialaslolaslospibeschorrosserjovenclasemediaacomodadadaconaspiraciónaserunbuenprofesionalalgúndía...
Lo infernal fue cruzarnos con viajeros de la nada. Compartir un rato ese tour. Experimentar desde su mirada la vista a la nada. Es decir: no están en
contra de nada, no quieren nada, no les importa nada que no sea lo que ya conocen. Quieren estrictamente eso. Son muy exigentes. Y eso les dan: nada. Embalada de diversión extrema.
Después de verlos escucharlos convivirlos dejándole claro a todo el mundo que se cagan en todo, haciéndose los transgresores con pelotudeces como no dejar dormir a nadie o patear las puertas o maltratar a los empleados del hostal, después de toda “la experiencia” verlos caer al abismo de su más pasmosa nada. Lo pudimos ver. Pudimos ver el salto al vacío desde su mayor expectativa clase media insatisfecha al hueco de su nada. Una caída sin fin.
Después de verlos escucharlos convivirlos dejándole claro a todo el mundo que se cagan en todo, haciéndose los transgresores con pelotudeces como no dejar dormir a nadie o patear las puertas o maltratar a los empleados del hostal, después de toda “la experiencia” verlos caer al abismo de su más pasmosa nada. Lo pudimos ver. Pudimos ver el salto al vacío desde su mayor expectativa clase media insatisfecha al hueco de su nada. Una caída sin fin.
Cuando nuestro coordinador de viaje un poco atormentado y
culposo por haber sido testigo de la trampa en que caímos, dijo: “espero que la
hayan pasado bien a pesar de todo... Lo importante es hacer experiencias”... tuve
ganas de decirle: no, man. Don´t cry for me. A vos te queda seguir armando
paquetes. A mi me llevará unos días sacarme del cuerpo de los ojos de las
orejas el ruido a nada. Yo vivo afuera de eso. Vos, en cambio, vivís ahí:
Destino Joven. Ya sé a qué destino mandarte una postal. O un epitafio que diga: no somos nada
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