Hay pequeñas escenas cotidianas que parecen caídas de algún tratado filosófico. Agujerean como un meteorito la superficie compacta de la insignificancia.
- Al final nos vimos, en el recital, viste que te dije que estaba casi segura que él iba a ir...
- y? qué pasó?
- no, nada, yo lo ví, él creo que también me vió - no, no creo, estoy segura- pero bueno, ninguno se acercó a saludar al otro... -y entonces?
- nada, cada uno se fue por su lado
-ahh...
-.....sí
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