Cómo se hace para vivir simulando estar muerto. Ingresamos a ese territorio hace años ya. Es cierto que el tiempo cuenta distinto en estos pantanos subjetivos. Pero algo decía que ya era un tiempo. Había que precipitar algo. Era el momento de concluir, y como todo terreno anegado por la angustia, empezaba a resultar sofocante, pegajoso, ni hablar de las falsas pistas, los atajos que llevan a callejones sin salida. El riesgo era concreto: que nuestra travesía se volviera vía muerta. Una vez más, la muerte que abraza la vida, pensé. El proyecto nirvana como alternativa al deseo. Es posible vivir haciéndose el muerto? Formulé la pregunta. Es eso lo que estás preguntando? La pregunta resonó en la sala. Y hubo mucho silencio. Por que si es eso, no tengo la más puta idea. Me noté casi declamando, hablándole a los cielos. Creo que eso fue inesperado. Para ambos dos. Después de años de espera, había que jugar rápido lo que seguía. Su perplejidad cuando lo despedía, era un posible indicador de que había dado en el blanco. Pero no estaba segura que eso no se reconfiguraría, como tantas veces, al próximo encuentro. De modo que seguí la jugada por el único lugar posible. Ya no habría un próximo encuentro. Como toda alta apuesta, encuentra a los jugadores reteniendo eso último que prometieron no arriesgar nunca, pase lo que pase. Sin embargo, todos sabemos: no hay jugada sin apuesta. Algo hay que apostar, algo hay que poder perder. El precio de nuestro trabajoso amor era la prenda posible de ser ejecutada. Lo único de valor que quedaba. Lo ví irse lloroso. “Volvé cuando quieras, a contarme otra cosa. Cómo es vivir a pesar de todo”.
Me acordé, tiempo después de alguien que citaba a Joseph Conrad: Estrictamente hablando, la cuestión no es cómo ser curado, sino cómo vivir.