sábado, 30 de agosto de 2014

tell me

Y así llegamos a la conclusión enooorme de que son una garcha los duelos. Le imprimen a la cosa del amor una solemnidad que el amor no tiene. 
Dicho esto brindamos  con te rojo y arrojamos tres monedas a la fuente de la plaza por las dudas algún sentimiento oceánico nos salpique. 
Pero no. 
Así que caminamos unas cuadras celebrando que ya las tardes son tibias y largas. Y que nos tenemos de una forma casi estacional. Primavera verano otoño invierno. 
Siempre aparece alguna colección nueva que comentar. Adoramos los comentarios. 
Ese margen donde la vida es un relato.

sábado, 9 de agosto de 2014

cadena nacional

Ella hacia lo que hacemos todos, en algún momento del día, o en los instantes  previos al sueño, o en esa franja del despertar donde todavía no nos habitamos del todo. 
Y se nos vienen encima las voces, las conversaciones truncas, las réplicas, lo no dicho. 
La diferencia es que ella lo hacía a viva voz, encerrada en el baño. Así construía su dispositivo de privacidad. Precario, claro, porque ese encierro momentáneo era una caja de resonancia. Su voz negada por loca, por boba, se amplificaba en ese momento como si transmitiera por cadena nacional. 

La familia le tenía cierta paciencia. La dejaba. Hasta que alguno reclamaba bueno, ya está, loca de mierda, vamos, que necesitamos el baño.  Dudo que fueran necesidades fisiológicas las que interrumpían ese acto solitario. Creo que era la extrema inquietud de reconocerse en alguna de esas voces que la habitaban.

Yo nunca la interrumpía. Le hacía de campana incluso. Trataba de desviar la atención de los otros con tal de no perderme un minuto de esa transmisión. Porque por allí pasaba TODO. Todo lo que una niña de esa edad necesitaba para orientarse en el mundo de la familia, del barrio. Por su boca hablaba la locura de todos.

Nadie levantaba esas crónicas.  
Yo apenas sabía escribir.


(a mi tía, Maria Estela, la gordita)

viernes, 8 de agosto de 2014

delito menor

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Las poco acunadas.

Una red dedicada al tráfico de abrazos. 

Móvil: sentir un rato esa calidez de un cuerpo que acepta, que tolera ser ahuecado.


(Quedándose ellas un rato en el hueco de ese abrazo/  Entrando a medias, siempre a medias, porque ya son grandes y nadie les avisó / Se las reconoce por una afinidad con el roce humano)

No está obligado a colaborarles. Pero no las denuncie. Se denuncian solas. Confiesan enseguida. Esos y otros crímenes.